lunes, 26 de octubre de 2009

SOFTWARE EDUCATIVO

Clik aqui para videos y más

VIDEO DE GALILEO

domingo, 26 de julio de 2009

BIOGRAFIA

Nacimiento e infancia

Galileo nació en Pisa, Gran Ducado de Toscana, el 15 de febrero de 1564. Hijo mayor de siete hermanos, su padre Vincenzo Galilei, nacido en Florencia en 1520, era matemático y músico, y deseaba que su hijo estudiase medicina. Su familia pertenecía a la baja nobleza y se ganaban la vida con el comercio. Hasta la edad de diez años fue educado por sus padres. Éstos se mudaron a Florencia, dejando al religioso Jacobo Borghini, vecino a cargo de Galileo. Por medio de éste, accedió al convento de Santa María de Vallombrosa en Florencia donde recibió una formación religiosa.

Galileo no prosiguió con la carrera eclesiástica por mucho tiempo, pues su padre, aprovechándose de una enfermedad de los ojos de su hijo, se lo llevó a Florencia en 1579.

Dos años más tarde, su padre lo inscribe en la Universidad de Pisa, donde seguirá cursos de Medicina, Matemática y de Filosofía.

El descubrimiento de su vocación

En 1583 Galileo se inicia en la matemática por medio de Ostilio Ricci, un amigo de la familia, alumno de Tartaglia. Ricci tenía la costumbre, rara en esa época, de unir la teoría a la práctica experimental.

Atraído por la obra de Euclides, sin ningún interés por la medicina y todavía menos por las disputas escolásticas y la filosofía aristotélica, Galileo reorienta sus estudios hacia las matemáticas. Desde entonces, se siente seguidor de Pitágoras, de Platón y de Arquímedes y opuesto al aristotelismo. Todavía estudiante, descubre la ley de la isocronía de los péndulos, primera etapa de la que será el descubrimiento de una nueva ciencia: la mecánica. Dentro de la corriente humanista, redacta también un panfleto feroz contra el profesorado de su tiempo. Toda su vida, Galileo rechazará el ser comparado a los profesores de su época, lo que le supondrá numerosos enemigos.

Dos años más tarde, retorna a Florencia sin diploma, pero con grandes conocimientos y una gran curiosidad científica.




TELESCOPIO

El telescopio y sus consecuencias


Invención del telescopio


En mayo de 1609, Galileo recibe de París una carta del francés Jacques Badovere, uno de sus antiguos alumnos, quien le confirma un rumor insistente: la existencia de un telescopio que permite ver los objetos lejanos.[cita requerida] Fabricado en Holanda, este telescopio habría permitido ya ver estrellas invisibles a simple vista. Con esta única descripción, Galileo, que ya no da cursos a Cosme II de Médicis, construye su primer telescopio. Al contrario que el telescopio holandés, éste no deforma los objetos y los aumenta 6 veces, o sea el doble que su oponente. También es el único de la época que consigue obtener una imagen derecha gracias a la utilización de una lente divergente en el ocular.

Este invento marca un giro en la vida de Galileo. El 21 de agosto, apenas terminado su segundo telescopio (aumenta ocho o nueve veces), lo presenta al Senado de Venecia. La demostración tiene lugar en la cima del Campanile de la plaza de San Marco. Los espectadores quedan entusiasmados: ante sus ojos, Murano, situado a 2 km y medio, parece estar a 300 m solamente.

Galileo ofrece su instrumento y lega los derechos a la República de Venecia, muy interesada por las aplicaciones militares del objeto. En recompensa, es confirmado de por vida en su puesto de Padua y sus emolumentos se duplican. Se libera por fin de las dificultades financieras.

Sin embargo, contrario a sus alegaciones, no dominaba la teoría óptica y los instrumentos fabricados por él son de calidad muy variable. Algunos telescopios son prácticamente inutilizables (al menos en observación astronómica). En abril de 1610, en Bologna, por ejemplo, la demostración del telescopio es desastrosa, como así lo informa Martin Horky en una carta a Kepler.

Galileo reconoció en marzo de 1610 que, entre más de 60 telescopios que había construido, solamente algunos eran adecuados. Numerosos testimonios, incluido el de Kepler, confirman la mediocridad de los primeros instrumentos.

La observación de la Luna

Durante el otoño, Galileo continuó desarrollando su telescopio. En noviembre, fabrica un instrumento que aumenta veinte veces. Emplea tiempo para volver su telescopio hacia el cielo. Rápidamente, observando las fases de la Luna, descubre que este astro no es perfecto como lo quería la teoría aristotélica. La física aristotélica, que poseía autoridad en esa época, distinguía dos mundos:

El mundo « sublunar », que comprende la Tierra y todo lo que se encuentra entre la Tierra y la Luna; en este mundo todo es imperfecto y cambiante;
el mundo « supralunar », que comienza en la Luna y se extiende más allá. En esta zona, no existen más que formas geométricas perfectas (esferas) y movimientos regulares inmutables (circulares).

Galileo, por su parte, observó una zona transitoria entre la sombra y la luz, el terminador, que no era para nada regular, lo que por consiguiente invalidaba la teoría aristotélica y afirma la existencia de montañas en la Luna. Galileo incluso estima su altura en 7000 metros, más que la montaña más alta conocida en la época. Hay que decir que los medios técnicos de la época no permitían conocer la altitud de las montañas terrestres sin fantasías. Cuando Galileo publica su Sidereus Nuncius piensa que las montañas lunares son más elevadas que las de la Tierra, si bien en realidad son equivalentes

En pocas semanas, descubrirá la naturaleza de la Vía láctea, cuenta las estrellas de la constelación de Orión y constata que ciertas estrellas visibles a simple vista son, en verdad, cúmulos de estrellas. Galileo observa los anillos de Saturno pero no descubre su naturaleza. Estudia igualmente las manchas solares.

El 7 de enero de 1610, Galileo hace un descubrimiento capital: remarca 3 estrellas pequeñas en la periferia de Júpiter. Después de varias noches de observación, descubre que son cuatro y que giran alrededor del planeta. Se trata de los satélites de Júpiter llamados hoy satélites galileanos: Calixto, Europa, Ganimedes e Io. A fin de protegerse de la necesidad y sin duda deseoso de retornar a Florencia, Galileo llamará a estos satélites por algún tiempo los « astros mediciens » I, II, III y IV,[14] en honor de Cosme II de Médicis, su antiguo alumno y gran duque de Toscana. Galileo no ha dudado entre Cosmica sidera y Medicea sidera. El juego de palabras « Cosmica = Cosme » es evidentemente voluntario y es sólo después de la primera impresión que retiene la segunda denominación (el nombre actual de estos satélites se debe sin embargo al astrónomo Simon Marius, quien los bautizó de esta manera a sugerencia de Johannes Kepler, si bien durante dos siglos se empleó la nomenclatura de Galileo).

El 4 de marzo 1610, Galileo publica en Florencia sus descubrimientos dentro de El mensajero de las estrellas (Sidereus Nuncius), resultado de sus primeras observaciones estelares.

Para él, Júpiter y sus satélites son un modelo del Sistema Solar. Gracias a ellos, piensa poder demostrar que las órbitas de cristal de Aristóteles no existen y que todos los cuerpos celestes no giran alrededor de la Tierra. Es un golpe muy duro a los aristotélicos. Él corrige también a ciertos copernicanos que pretenden que todos los cuerpos celestes giran alrededor del Sol.


sábado, 25 de julio de 2009

OBRAS



Obra cronológica:

1586 - Galileo Galilei. La Billancetta
1590 ---- De Motu
1606 ---- Le Operazioni del Compasso Geometrico et Militare
1600 ---- Le Meccaniche.
1610 ---- Sidereus Nuncius (El Mensajero sideral)
1615 ---- Carta a la Gran Duquesa Cristina (publicada en 1636)
1616 ---- Discorso del flusso e reflusso del mare
1619 ---- Discorso Delle Comete (publicado por Mario Guiducci)
1623 ---- Il Saggiatore
1632 ---- Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo tolemaico e copernicano
1638 ---- Discorsi e Dimostrazioni Matematiche, intorno a due nuove scienze attenenti alla meccanica & i movimenti locali (Diálogos sobre dos nuevas ciencias)

Obra en español:

Galilei, Galileo. Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo ptolemaico y copernicano(Antonio Beltrán Marí, ed.), Alianza, Madrid, 1995 ISBN 84-206-9412-6
---- Carta a Cristina de Lorena y otros textos sobre ciencia y religión(Moisés González, trad, introd.), Alianza, 2006 ISBN 13: 978-84-206-6015-8
---- Cartas del Señor Galileo Galilei, Académico Linceo: escritos a Benedetto Castelli y a la Señora Cristina de Lorena, gran duquesa de Toscana. (Pere de la Fuente, Xavier Granados y Francisco Reus, eds.), Alhambra, Madrid, 1986, ISBN 84-205-1307-5
---- Consideraciones y demostraciones matemáticas sobre dos nuevas ciencias(C. Solis y J. Sádaba, eds.)Editora Nacional, Madrid, 1981, ISBN 84-276-1316-4
---- Diálogo sobre los sistemas máximos: Jornada primera. (José Manuel Revuelta, trad. y ed.), Aguilar, Buenos Aires 1980, ISBN 84-03-52158-8
Galilei, Galileo. El ensayador (José Manuel Revuelta, trad. y ed.), Aguilar, Buenos Aires,

Obras sobre Galileo

Cheraqui, Yves. Yo, Galileo : matemático y filósofo florentino que, frente a todos, tuvo la osadía de encararse con la verdad del firmamento(Jean-Michel Payet, il.; Luis Santos Gutiérrez, trad.), Anaya, Madrid, 1990 ISBN 84-207-3823-9
Finocchiaro, Maurice A. (1989). The Galileo affair: a documentary history. University of California Press. ISBN 9780520066625.
Finocchiaro, Maurice A. (2008). The Essential Galileo. Hackett Publishing. ISBN 9780872209374.
Geymonat, Ludovico. Galileo Galilei (Joan Ramón Capella, trad.), Península, Barcelona, 1986, ISBN 84-297-2403-6
Miguel Rodríguez, José Luis de. En defensa de Galileo. Lección inaugural del curso 1988-89 de la Universidad de Valladolid. Valladolid, 1988, 14 páginas.
Ortega y Gasset, José. En torno a Galileo (conferencias 1933) en Obras Completas Vol V, 1951.
Redondi, Pietro. Galileo herético, Alianza, Madrid, 1990 ISBN 84-206-2640-6
Reston, James. Galileo, Ediciones B, Barcelona, 1996, ISBN 84-406-6697-7
Sharratt, Michael. Galileo: el desafío de la verdad, Temas de hoy, Madrid, 1996, ISBN 84-7880-678-4
Shea, William R. Galileo en Roma: crónica de 500 días. Editorial Encuentro, Madrid, 2003, ISBN 84-7490-676-8
Shea, William R. (1983). La revolución intelectual de Galileo. Editorial Ariel. ISBN 978-84-344-8009-4.